Por qué Turquía no volverá a Eurovisión… por mucho que MaNga lo quiera

La ilusión que encendió MaNga
La legendaria banda turca MaNga, que en 2010 llevó a su país a un segundo puesto en Eurovisión con la explosiva We Could Be the Same, ha hablado abiertamente sobre lo importante que creen que sería que Turquía volviera al certamen.

Turquía debe competir de nuevo.

Con esta declaración, subrayaron que Eurovisión no es solo un concurso musical, sino también una celebración del intercambio cultural en la que Turquía ha dejado una huella importante. Formados en 2001, MaNga se ha hecho un nombre gracias a su mezcla distintiva de rock, rap y sonidos alternativos, que les permitió destacar en la escena musical turca. En Eurovisión 2010, celebrado en Oslo, ofrecieron una de las actuaciones más espectaculares del año: presencia escénica dinámica, visuales impactantes y una interpretación que conquistó tanto al público como a los jurados, logrando 170 puntos y el segundo lugar detrás de la alemana Lena. Su participación sigue siendo considerada como una de las más exitosas en la historia del certamen.

Sus palabras han reavivado la ilusión de los fans, y varios blogs especializados ya sueñan con un regreso en 2026. Sin embargo, la realidad pinta bastante menos optimista.

El veto cultural de Erdogan
El presidente Recep Tayyip Erdoğan lleva años acusando a Eurovisión de “destruir los valores familiares tradicionales” y de ser un foco de “corrupción social” —léase: demasiada visibilidad LGBT+. La TRT ya había mostrado su incomodidad, por ejemplo, con la victoria de Conchita Wurst en 2014. Salvo que la UER sufra un improbable ataque de homofobia, Turquía seguirá fuera.

Cuando la cartera aprieta
Eurovisión no es gratis: hay que pagar cuota de inscripción, viajes, escenografía y personal. Con la lira desplomada, una inflación desbocada y una década de crisis económica, es dudoso que la TRT pueda cubrir esos gastos sin endeudarse. El problema no es solo volver… sino poder mantenerse.

Equipaje diplomático de sobra
La eterna disputa con Chipre por el norte ocupado y las recientes acusaciones de limpieza étnica contra Erdogan y el líder turcochipriota Ersin Tatar complican el panorama. Si el caso llega a instancias europeas o de la ONU, Turquía podría acabar en la misma lista negra que Rusia. Las tensiones históricas con Grecia —aliada de Chipre— tampoco ayudan.

El factor Palestina
El apoyo declarado de Erdogan a Palestina choca con la idea de compartir escenario con Israel. Y aunque la postura le favorezca en casa, participar en un certamen acusado de proteger a Israel podría hacer tambalear su imagen como aliado fiel de la causa palestina.

En resumen
Para volver, Turquía necesitaría:

  1. Un giro político hacia la inclusión.
  2. Recuperación económica real.
  3. Relaciones diplomáticas menos tóxicas.

Hasta entonces, esos sueños de regreso en 2026 seguirán siendo eso: sueños.

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