Sanremo se queda… pero ahora la fiesta la paga el Ayuntamiento

Sanremo respira tranquila, aunque no del todo. Tras meses de amagos, ultimátums y rumores de fuga a Roma, Nápoles, Turín o hasta Rimini, el Festival de la Canción Italiana Festival de Sanremo, RAI, Ayuntamiento de Sanremo, Alessandro Mager, Alessandro Sindoni, Giampaolo Rossi, Riviera ligur, música italiana, negociación, costes Festival Sanremo, futuro Festival Sanremo ondeando la bandera en la Riviera ligur. Eso sí: la próxima vez que alguien brinde en el backstage, la cuenta irá directa al Ayuntamiento de Sanremo.

Según fuentes bien colocadas —esas que saben más que el mismísimo portero del Ariston—, el consistorio ha decidido tragarse el orgullo y aceptar algo que hasta ayer parecía anatema: hacerse cargo de la factura de la hospitalidad. Y no hablamos de cuatro cafés y un par de focaccias. El paquete incluye hoteles, cenas, desayunos con bufé digno de Instagram y, quién sabe, hasta un limoncello para los técnicos que se queden a desmontar a las tantas.

Del “ni hablar” al “bueno, vale”

La película ha sido larga. El Ayuntamiento empezó esta partida de póker pidiendo a la RAI nada menos que quedarse con la titularidad de la marca Sanremo y llevarse un 1% de la publicidad del Festival. La RAI, con su mejor cara de “no me hagas perder el tiempo”, respondió que si no cambiaban las condiciones, las maletas se harían para 2027… y que ya había ciudades con la alfombra roja lista.Entre tanto, Roma preparaba el Auditorium Parco della Musica para la mudanza, y otros municipios olían la sangre. Fue entonces cuando el alcalde Alessandro Mager y el concejal de Turismo Alessandro Sindoni hicieron lo que cualquier político hace cuando ve que se le escapa el evento del año: coger un tren a la capital y sentarse con el consejero delegado de la RAI, Giampaolo Rossi. El encuentro, dicen, fue “positivo”. Traducción libre: había café, pero también ultimátum sobre la mesa.

Sanremo seguirá… pero no gratis

La RAI lo ha dejado claro: si Sanremo quiere seguir siendo la capital de la música italiana, debe pagar por el privilegio. Y no solo en sonrisas y fotos en la alfombra roja. La cadena pública lleva tiempo quejándose del coste y la logística de la acogida, presionada además por discográficas que exigen un trato a la altura del escaparate mediático que es el Festival de Sanremo.

La sensación general es que la guerra fría se ha enfriado lo suficiente como para que el Festival siga donde está. Eso sí, el contrato invisible lleva ahora una cláusula muy sencilla: la próxima vez que Laura Pausini pida un té de hierbas en su camerino, será el Ayuntamiento de Sanremo el que pase por caja.

Fuente: Il messaggero

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