RTVE agita el tablero de Eurovisión: exige un debate a fondo sobre Israel y pide “vacunar” el sistema de voto contra los conflictos bélicos

La 94ª Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) arrancó este jueves con menos acordes y más diplomacia de la prevista. RTVE se plantó la primera ante el micrófono para reclamar un debate “serio y profundo” sobre la participación de Israel en la próxima edición de Eurovisión. No tardaron en sumarse otras delegaciones, confirmando que el festival se ha convertido, un año más, en la convención geopolítica con mejor banda sonora del continente.
Israel, foco de la polémica… y del prime time
En palabras del secretario general de RTVE, Alfonso Morales, la presencia israelí ha desviado “el tono y el foco” del certamen hacia arenas políticas que poco —o nada— tienen que ver con lo artístico. La metáfora usada en pasillos fue aún más gráfica: “Cuando un ensayo se convierte en rueda de prensa diplomática, algo hemos hecho mal”.
Apoyo internacional (y discretas caras largas)
La petición española no cayó en saco roto. Delegaciones nórdicas y bálticas —expertas en no perder un buen estribillo ni un buen debate— respaldaron la propuesta. Algunas voces, eso sí, insinuaron que retirar a Israel podría abrir la caja de Pandora: ¿qué pasará mañana si otra crisis salpica a un participante? Pregunta sin respuesta… por ahora.
Revisar el voto: adiós al “12 points” por simpatía de guerra
Además de pedir un examen a la participación israelí, RTVE puso sobre la mesa el gran elefante del salón LED: el sistema de voto. La Corporación propone blindar la competición frente a “votos por simpatía bélica”, esas subidas de puntos que suelen acompañar a países inmersos en conflictos. La receta española pasa por acotar el televoto o ponderarlo de forma distinta; en román paladino: se acabó eso de que tu tragedia nacional sustituya a tu repetición de estribillo.
Próxima estación: diciembre (con villancicos o con veredicto)
La UER deberá presentar una solución antes de la Asamblea de diciembre. Traducción: seis meses para no enfadar a medio planeta ni perder a la otra mitad frente a la pantalla. Si algo ha quedado claro es que la edición de 2026 —con Austria de anfitriona— amenaza con ser una montaña rusa diplomática antes de que suene la primera nota.
Ironía final (porque sin ella no sería Eurovisión)
Mientras tanto, los eurofans ya se preguntan si el eslogan del año debería cambiar de “United by Music” a “Divided by Everything Else”. De aquí a diciembre escucharemos ensayos filtrados, rumores de boicot y, por supuesto, la eterna pregunta: “¿Quién nos dará los 12 puntos si empezamos a aplicar la coherencia?”.
Con todo, RTVE ha logrado su objetivo: abrir el melón antes de que la orquesta empiece a tocar. Y, seamos honestos, en Eurovisión todo melón acaba encontrando un pegadizo la-la-la que lo tape… aunque sea por tres minutos.
Fuente: RTVE