JJ gana Eurovisión y lanza una pulla: “Se excluye a unos países y se permite participar a otros que están en guerra. Eso hay que arreglar”

Con 24 años y una balada dolorosamente confesional titulada Wasted Love, Johannes Pietsch —artísticamente JJ— ha conseguido que Austria vuelva a saborear la gloria eurovisiva. Pero su triunfo en Basilea no ha sido solo musical. Desde que se alzó con el micrófono de cristal, JJ se ha convertido en el inesperado portavoz de un sentimiento compartido por muches: que el certamen, por más que insista en envolverse en notas y lentejuelas, lleva años desafinando políticamente.
El joven cantante no ha tardado en poner los puntos sobre las íes: “Me decepciona que se excluya a algunos países y se permita participar a otros que están en guerra. Eso es algo que hay que arreglar”, ha declarado sin rodeos, en un gesto poco común en un ganador reciente. Porque sí, Eurovisión es música, sí, es espectáculo, pero también —como se ha visto este año con seis radiodifusoras pidiendo explicaciones a la UER— es un campo minado de contradicciones diplomáticas.
“Todo fue una locura, aún no me lo creo”
JJ ha descrito su victoria como un “sueño hecho realidad”, aunque reconoce que el momento fue tan frenético que apenas recuerda detalles. “Cuando anunciaron que teníamos 178 puntos, todo mi equipo se volvió loco”, cuenta. Una emoción que no se fabricó en plató, sino que empezó a fraguarse mucho antes, en un estudio berlinés junto a la compositora Thea Devy. “Le conté mi historia de amor desperdiciado y en 10 minutos ya tenía la letra lista”, recuerda entre risas. La canción, más melancólica que explosiva, conectó con el jurado y el público, demostrando que a veces el dolor personal puede ser universal.
Conchita lo vio venir
Conchita Wurst, la última en traer el trofeo a Austria antes que JJ, no solo le dio consejos valiosos, sino que predijo su victoria con precisión de oráculo pop. “Vas a ganar seguro”, le dijo tras el primer ensayo. JJ, con humildad y algo de incredulidad, le pidió que no le subiera las expectativas. Pero al final, tuvo que rendirse a la evidencia: “Te lo dije”, le soltó Conchita al abrazarlo tras su victoria.
¿Eurovisión, aún un símbolo de unión?
Pese a la euforia, JJ no ha querido evitar la pregunta espinosa: ¿sigue siendo Eurovisión un espacio donde unir a Europa (y más allá) a través de la música? “La política siempre está ahí. Me decepciona que ese sea el foco en lugar del arte”, dice. Y no es solo una reflexión al aire: su comentario sobre la exclusión de algunos países y la permisividad con otros en conflicto apunta directamente al corazón del debate que ha dividido a públicos y delegaciones este año.
Un artista que no rehúye las contradicciones
Entre entrevistas, celebraciones y planes de futuro, JJ ha sacado tiempo para mirarse al espejo y sacar conclusiones. Ha aprendido sus límites, sí, pero también ha confirmado algo esencial: le apasiona su trabajo y no le teme al desgaste. “Me encanta estar en todas partes”, confiesa. Por ahora, parece que también está en todas las portadas.
Y mientras la UER se enfrenta a preguntas cada vez más incómodas, JJ se limita a seguir hablando de música… y de todo lo que debería cambiar para que Eurovisión vuelva a sonar afinado.
Fuente: La Razón