Innsbruck entra en la carrera por Eurovisión 2026: música, millones y mucha diplomacia

Innsbruck quiere hacer historia más allá de las pistas de esquí y los Juegos Olímpicos: el Ayuntamiento ha dado luz verde a su candidatura para acoger el Festival de Eurovisión 2026. Eso sí, con corazón, competencia… y calculadora en mano.

El Stadtsenat (algo así como el Consejo de Sabios municipales, con derecho a voto y a cafetera institucional) ha aprobado este jueves la propuesta con solo una oposición —la de la FPÖ, para sorpresa de absolutamente nadie. El alcalde Johannes Anzengruber (del grupo Ja – Jetzt Innsbruck) se mostró encantado: “Hemos puesto la primera piedra para colocar a Innsbruck y al Tirol en el centro del radar global”. Y, por supuesto, no podía faltar la mención a la joya de la corona: la Olympiahalle. Según el edil, el recinto “ofrece condiciones perfectas” para organizar un evento con luces, cámaras y, sí, algo más que acción.

Eurovisión 2026 en Innsbruck: más rentable que una pista de esquí

Según un estudio reciente de la Cámara de Comercio de Tirol, Eurovisión podría generar 58 millones de euros en valor directo para la región. Pero eso no es todo: también traería “un enorme valor publicitario internacional”. No lo decimos nosotros, lo dice la tele: 170 millones de personas vieron Eurovisión 2024 desde sus casas, sus móviles o los bares de media Europa. Una cifra tan mareante como el vestuario de Letonia el año pasado.

Sin cheques en blanco, pero con muchas ganas

Eso sí, que nadie se emocione demasiado: Innsbruck no va a tirar la casa por la ventana. “No damos cheques en blanco”, advirtió Anzengruber. “Cada euro de dinero público debe estar justificado y explicado con claridad.” O lo que es lo mismo: queremos Eurovisión, pero sin sustos en el presupuesto.

Además, el ORF (la televisión pública austriaca, para quienes aún están con la resaca de Basilea) exige absoluta discreción. Nada de filtrar propuestas ni renders de escenarios con cascadas tirolesas en LED. El Stadtsenat ha aceptado esta cláusula de confidencialidad con la solemnidad que merece. Aunque ya sabemos que, en Eurovisión, el secretismo dura lo que un coro pre-grabado.

Fuente: ORF

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