Eurovisión y la mordaza: ¿Unidos por la música o callados por presión?

Photo: RTVE

Hasta ahora, esta edición del Festival de Eurovisión —respecto a la agitada cita del año pasado en Malmö— estaba transcurriendo con relativa calma. Pero, a pocas horas de la gran final, ha estallado la tormenta… y esta vez salpica a España.

Según ha publicado el diario El Paísla UER (Unión Europea de Radiodifusión) ha enviado una advertencia formal a RTVE amenazando con “multas punitivas” si sus comentaristas, Julia Varela y Tony Aguilar, se atreven a mencionar nuevamente el número de víctimas en Gaza durante la retransmisión de la final.

Carta firmada y con remitente claro

La advertencia no ha sido una simple llamada de cortesía. La UER ha remitido un informe oficial firmado por el presidente del Grupo de Referencia, Bakel Walden, y por el supervisor ejecutivo del festival, Martin Österdahl, a Ana María Bordás, jefa de la delegación española.

En dicho informe, se deja claro que, si RTVE repite los comentarios realizados durante la primera semifinal sobre la guerra entre Israel y Hamás —específicamente, mencionando el número de víctimas palestinas—, España podría enfrentarse a sanciones económicas.

¿Apología de la neutralidad o censura maquillada?

La advertencia se produce tras una queja formal presentada por KAN, la televisión pública israelí, en la que se acusaba a Varela y Aguilar de romper el espíritu “apolítico” del Festival.

La UER, en su comunicado, sostiene que “las cifras de víctimas en Gaza no tienen cabida en un programa de entretenimiento cuyo lema es United by the Music (Unidos por la música)”.

Pero la pregunta es inevitable:
¿Puede un festival que presume de unir a Europa (y a medio planeta) a través de la música permitirse el lujo de ignorar las tragedias humanas que tienen lugar en paralelo a su celebración?

El problema no es hablar, es lo que se dice

Sinceramente, y lo decimos desde una perspectiva crítica pero también profundamente eurofán, este episodio vuelve a mostrar la hipocresía sistémica del discurso apolítico del Festival. Porque Eurovisión, recordémoslo, sí permite banderas LGTBIQ+, sí ha homenajeado a Ucrania, sí ha dejado mensajes de unidad y resiliencia en muchos años. Entonces, ¿por qué este silencio impuesto ahora?

No se trata de convertir Eurovisión en un telediario, claro. Pero sí de reconocer que la música —como la televisión— no existe en un vacío, y que nombrar a las víctimas de una guerra no es hacer política, es hacer humanidad.

Final con tensión

Con este telón de fondo, la gran final se avecina más cargada que nunca. RTVE no ha confirmado aún si sus comentaristas harán mención o si optarán por la autocensura para evitar sanciones. Pero lo que está claro es que, una vez más, la política —por más que se la intente expulsar del escenario— siempre encuentra el modo de hacerse escuchar entre canción y canción.

Fuente: El País

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