Eurovisión 2026 pone en pie de guerra al mundo cultural austríaco: “¡Ni un céntimo menos para la cultura!”

JJ ganador de la 69ª edición del Festival de Eurovisión con Wasted Love. Photo: Corinne Cumming (EBU)

Más de 600 artistas y 90 instituciones exigen al ORF que no recorte en cultura para financiar el festival

Austria lleva semanas preparándose para acoger Eurovisión 2026 con todo el brillo que merece… pero no todo el mundo está de celebración. Mientras el canal público ORF afina cifras, pantallas y platós para el mayor evento musical europeo, el mundo de la cultura austríaco ha dicho basta. Y lo ha hecho con un contundente mensaje: “no a los recortes culturales para financiar Eurovisión”.

Más de 620 artistas y 90 instituciones culturales –de renombre, nada de aficionados– han firmado un manifiesto en el que exigen que no se desvíen fondos culturales para cubrir el agujero presupuestario del festival. El movimiento, bautizado como “Kein Wegsparen von ORF-Kulturnachrichten und ORF-Kulturprogrammen” (“No al recorte de la cultura del ORF”), cuenta con nombres como Elfriede JelinekCornelius ObonyaMilo Rau o Maria Bill, y entidades como la Alte Schmiede, los Literaturhäuser de Viena, Salzburgo y Graz, o el prestigioso steirischer herbst.

Eurovisión, ¿el chivo expiatorio de los recortes?

La preocupación es legítima. Desde hace años, el ORF vive bajo la presión de reducir costes, primero con la transformación digital, luego con la tasa por hogar y ahora con la gigantesca producción de Eurovisión. Pero para el sector cultural, la línea roja está clara: “la cultura no puede convertirse en moneda de cambio”.

La decisión del canal de cancelar temporalmente programas como “Die große Chance der Blasmusik” para redirigir recursos a Eurovisión ha hecho saltar todas las alarmas. Y con razón: algunas redacciones culturales están tan vacías que la sección de “Kulturnachrichten” en ORF ON aparece sin contenido por falta de personal. La ironía: en un país que exporta a Conchita y a Gustav Klimt por igual, los segundos están empezando a quedarse sin micrófono.

Una cultura sin redactores… ni presupuesto

Los firmantes del manifiesto denuncian que las redacciones culturales en radio, televisión y digital se están vaciando, que no se cubren las bajas, y que formatos como “Topos” están en peligro de extinción. ¿El resultado? Un ecosistema cultural empobrecido… mientras Eurovisión, con todo su espectáculo, brilla más que nunca.

No se trata de estar en contra del festival. Muchos de los firmantes han defendido públicamente la importancia de Eurovisión como escaparate cultural. Pero también exigen que el ORF cumpla con su mandato de servicio público y no recorte donde más duele: en la cultura de fondo, la que no hace trending topic pero sostiene la identidad de un país.

¿Qué hará el ORF?

La pelota está en el tejado del ente público. En tiempos donde las audiencias cambian de canal más rápido que un televoto, el ORF tendrá que decidir si puede financiar un evento global sin desmantelar su alma local.

Porque sí, Eurovisión es una fiesta. Pero hasta las mejores fiestas necesitan una buena banda sonora… y alguien que la escriba.

Fuente: Kurier

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