Eurovisión 2026: Innsbruck contra Viena, una guerra de millones (y de nervios) por el micrófono de cristal

La batalla por albergar Eurovisión 2026 está que arde y no precisamente por los focos del escenario. Innsbruck y Viena se juegan la sede a cara o cruz, con el ORF como árbitro y medio país opinando sobre si el gasto es una inversión o, como dice la oposición tirolesa, “un agujero negro para el presupuesto”.
Innsbruck: “no tenemos dinero, pero tenemos amigos”
El alcalde Johannes Anzengruber, muy orgulloso de su proyecto “JA – Jetzt Innsbruck”, insiste en que la ciudad no está sola en esta aventura. Turismo y empresas privadas han puesto el bolsillo, “un aporte mayor que el del Ayuntamiento”, asegura. Vamos, que Innsbruck no puede, pero entre todos… pues se puede.
Claro, hay letra pequeña: nadie quiere decir cuánto cuesta la fiesta. Existe una cláusula de confidencialidad con el ORF, aunque el rumor de pasillo habla de 19,47 millones de euros en total y unos 17 millones con impacto directo en el presupuesto.
Polémica política: ¿Eurovisión o despropósito?
La oposición se ha lanzado con uñas y dientes. La FPÖ habla de “desastre financiero”, la lista “Neues Innsbruck” exige un plan más transparente y la “Lista Fritz” directamente pide retirar la candidatura antes de hundir la ciudad en números rojos. Mientras tanto, Anzengruber sonríe y promete que todo está “bajo control”.
Viena contraataca con su experiencia eurovisiva
Por su parte, Viena ha sacado pecho y presentado la Stadthalle como recinto estrella, recordando con nostalgia que su Eurovisión de 2015 fue considerado uno de los mejores de la historia. En Innsbruck sueñan con la Olympiahalle, pero saben que la capital tiene el historial y, sobre todo, el know-how.
¿Y ahora qué?
El ORF se toma su tiempo para decidir entre los Alpes y la capital. La resolución llegará a principios de agosto. ¿Tendremos un Eurovisión alpino entre nieve y strudel, o repetiremos la elegancia vienesa?
Sea cual sea la elección, una cosa está clara: Eurovisión mueve más pasiones que una final de Champions y más discusiones de presupuesto que un consejo de ministros.
Fuente: vol.at