El ganador incómodo: JJ, Israel y la polémica que Austria no quería

Lo que ocurre en Eurovisión, se queda en Eurovisión. Salvo cuando no. Johannes Pietsch, más conocido como JJ, no solo ganó el Festival de 2025 celebrado en Basilea: lo ganó con autoridad, carisma, y una puesta en escena de las que hacen que tu tía diga “¡ay, qué mono es ese muchacho!”. Pero apenas 48 horas después de alzarse con el Micrófono de Cristal, JJ ha pasado de ídolo nacional a protagonista involuntario de un debate geopolítico en su país natal, Austria.
El detonante: unas declaraciones tras su victoria en las que cuestionó abiertamente la participación de Israel en Eurovisión, comparándola con la exclusión de Rusia. “Si Rusia está fuera, Israel también debería estarlo. Es exactamente lo mismo”, dijo con la seguridad del que lleva 48 horas sin dormir y una banda sonora de aplausos aún resonando en los oídos.
El Micrófono… ¿de cristal o de porcelana?
La frase cayó como una granada diplomática en pleno Despacho del Canciller. En un abrir y cerrar de ojos, JJ pasó de héroe a hereje. Las redes ardieron. Políticos, comentaristas y hasta la gobernadora de Baja Austria, Johanna Mikl-Leitner, le reprocharon haber omitido “el contexto del ataque terrorista del 7 de octubre” y acusaron al cantante de “estar políticamente mal aconsejado”. En otras palabras: canta muy bien, pero mejor que no opine.
Las palabras del artista, interpretadas por algunos como antisemitas, han dejado a Austria en un incómodo lugar. El Gobierno federal se apresuró a desmarcarse, la comunidad judía expresó su “profunda decepción”, y el embajador de Israel en Viena —en un gesto que mezcla diplomacia y relaciones públicas con bastante elegancia— invitó a JJ a viajar a Israel y “ver con sus propios ojos lo ocurrido”.
¿El precio del compromiso?
JJ no es el primero —ni será el último— que se mete en camisa de once varas al intentar conciliar arte y activismo. Pero hay algo profundamente revelador en su caso: en una Europa que pretende separar lo cultural de lo político (y lo político de lo emocional), sus palabras han puesto en evidencia que el Micrófono de Cristal viene sin manual de instrucciones, pero con muchas cláusulas en letra pequeña.
En otros tiempos, quizá se le habría perdonado el desliz por “exceso de sinceridad post-victoria”. Pero en este 2025 tan inflamable, con los nervios geopolíticos a flor de piel y Eurovisión convertido en una metáfora con luces de neón, lo que ha hecho JJ es abrir un melón que nadie —ni la UER, ni los gobiernos, ni los fans con banderitas en el perfil— quería tocar.
¿Y ahora qué?
JJ sigue siendo el ganador de Eurovisión. Su canción sigue encabezando las listas de las más escuchadas en su país natal. Pero su imagen de «chico bueno del pop» se ha complicado. Lo que debía ser una gira de celebración se ha convertido en una tournée de aclaraciones, reuniones institucionales y titulares cruzados. Y, como si no fuera ya suficiente, muchos se preguntan si podrá (o querrá) representar a Austria en alguna gala más sin que haya que pasarle antes un control diplomático.
Mientras tanto, los eurofans —sabios como siempre— lo resumen con fina ironía: “Johannes, canta más y habla menos”. Aunque claro, a veces, lo segundo también es inevitable.
Fuente: Bluper