¿Adiós al “Sanremo” tal y como lo conocemos? El Festival de la Canción Italiana amenaza con hacer las maletas

Resulta que el eterno idilio entre RAI y la Ciudad de las Flores podría entrar en la fase “pareja en crisis que se replantea vivir separada”. Según las últimas filtraciones publicadas por Il Messaggero, la televisión pública italiana estudia mudar —a partir de 2027— su joya de la corona a otro destino costero con mejor infraestructura, menos exigencias económicas y, por qué no, un poquito de aire fresco. En la puja suenan Sorrento y Viareggio, con Rimini y Senigallia suspirando en segunda línea. El romanticismo de la Riviera ligur empieza a costar demasiado y, ahora, el “Festival di Sanremo” corre el riesgo de convertirse en un tour musical itinerante a lo Eurovision.
Dinero, ladrillos y un Ariston que se queda pequeño
El divorcio no es cuestión de amor, sino de números. El Ayuntamiento de Sanremo elevó la tasa anual de “alquiler” a la RAI hasta los 6,5 millones de euros y exige una tajada de la inversión publicitaria para renovar infraestructuras que, según la cadena, no dan más de sí para un espectáculo que ya no cabe entre las paredes del Ariston. Resultado: en Rai empiezan a preguntarse por qué pagar champagne cuando podrían estrenar sala VIP en otro paseo marítimo con más plazas hoteleras y menos goteras.
Las discográficas, al borde del motín
Por si el puzle no fuera lo bastante complejo, las majors llevan meses amenazando con boicotear la edición si no mejoran los cachés y dietas de los artistas. En Sanremo se quejan de que sus arcas no llegan para contentar a todos; en RAI replican que sin estrellas no hay audiencia de sesenta millones. Y mientras tanto, alcaldes de toda Italia sacan brillo a sus auditorios con un “cheque en blanco” en la otra mano.
El plan B —y C, y D— de la RAI
La dirección de la cadena, con Giampaolo Rossi al teléfono rojo, ya dejó caer la bomba: «La RAI puede hacer su Festival donde quiera». Traducción libre: si Sanremo aprieta demasiado, siempre habrá un palacio de congresos moderno —Torino levanta la mano con la Inalpi Arena— dispuesto a recibir la caravana mediática. Otra opción que gana fuerza es un formato rotatorio cada dos años, para explotar turísticamente distintas regiones y convertir el certamen en un road show que haga mercado y manchettes por toda la bota.
¿Qué ganamos y qué perdemos?
- A favor del traslado: accesos por AVE italiano, hoteles desahogados, espacios para prensa sin luchar por un enchufe, y un Ariston 2.0 con visibilidad desde todos los ángulos.
- En contra: el factor “marca Sanremo”, construido durante 75 años a base de glamur, nostalgia y focaccia. Sin ese aura, ¿seguirá siendo el mismo Festival?
- Impacto artístico: un recinto más grande permitiría escenografías con menos humo y más led; pero también diluiría parte de la magia vintage que diferencia Sanremo de cualquier talent show televisado.
Llevar el festival a otro puerto puede sonar a sacrilegio para los puristas, pero conviene recordar que las dos primeras ediciones extraoficiales se celebraron en Viareggio allá por 1948 y 1949. Tal vez 2027 solo sea un retorno a los orígenes… con drones, realidad aumentada y patrocinio de una cadena de cafés. Eso sí, si finalmente Sorrento se queda con el trofeo, habrá que revisar el libreto de las canciones: “Sorrento sul mare” no rima igual que “Sanremo suona amore”, pero todo sea por el streaming.
El “Festival es de la RAI”, repite Rossi. Y la RAI está dispuesta a demostrarlo. Así que, mientras Sanremo revisa tarifas y los alcaldes de media Italia hacen números, el público se pregunta: ¿seguiremos llamándolo “Sanremo” por pura inercia o abrazaremos el Festival de la Canción Italiana versión nómada? Sea cual sea la resolución, vayan calentando las redes: puede que el hashtag #Sanremo2027 se escriba con otro código postal.
Fuente: Il Messaggero- Davide Maggio