Martin Green rompe su silencio y publica una carta abierta en plena crisis de Eurovisión

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En un momento en el que Eurovisión parece más una olla a presión que un festival, Martin Green CBE, director del certamen, ha decidido intervenir. Y no con una nota protocolaria, sino con una carta abierta dirigida directamente a los fans, esos mismos que llevan semanas exigiendo explicaciones mientras el tablero eurovisivo se desmorona país a país.

Green empieza reconociendo lo evidente: el clima emocional es tan espeso que se podría cortar con un tenedor. Asegura que entiende la indignación por lo que ocurre en Oriente Medio y por cómo esa realidad ha terminado estallando en el corazón del concurso. “Os escuchamos”, dice, en un intento claro de acercarse a una audiencia que no se siente precisamente escuchada por la UER en los últimos meses.

El director recuerda que Eurovisión nació hace 70 años para unir a una Europa partida y rota. Una idea bonita, sí, aunque en 2026 el certamen esté lidiando con retiradas en cadena, tensiones políticas y una EBU que insiste en aplicar sus reglas como si fueran un cortafuegos universal. Green defiende que el concurso solo puede sobrevivir si se mantiene fiel a esas normas, aunque buena parte del fandom considera que la neutralidad ya hace tiempo que se perdió.

Pese al tono conciliador, el británico evita posicionarse sobre el asunto que ha provocado el terremoto: la presencia de Israel. Eso sí, promete que cualquier televisión que incumpla las reglas será señalada públicamente. El problema, claro, es que muchos consideran que el conflicto empezó precisamente cuando la UER decidió no aplicarlas con la contundencia que sí mostró en el pasado.

Una parte significativa de la carta está dedicada a los fans de Irlanda, España, Islandia, Eslovenia y Países Bajos, los países que han abandonado la edición de 2026. Green asegura que respeta la decisión de sus radiodifusoras y mantiene la puerta abierta para su regreso. Mientras tanto, el festival tendrá que avanzar sin algunas de sus delegaciones más activas y con un fandom dividido como no se recordaba desde hace décadas.

El director concluye apelando al espíritu del concurso: un lugar para descubrir voces nuevas, mezclar culturas y recordar que, pese al ruido, la música todavía puede unir. Un mensaje bonito para un panorama que está lejos de serlo.

El reto para Viena 2026 no será solo producir tres galas impecables. Será demostrar que Eurovisión sigue siendo un puente en un continente cada vez más fracturado. Y para eso, la carta de Green es apenas el primer movimiento.

Fuente: Eurovision.com

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